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La broma

Hola, soy Selena. Esta historia la voy a narrar yo. Bueno, esto que les voy a contar sucedió en una de esas escuelas que tienen casilleros. Bueno, empiezo: Yo, Selena, soy hermana de la famosísima Ashley Tisdale. En mi escuela hay un  grupo de chicas llamadas “Las Superstars” que siempre molestaban a Ashley. Yo nunca me había metido en sus temas. Pero un día decidí defenderla. Entonces me acerqué a “Las Superstars” y les dije: Sigue leyendo

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¿Qué seré, qué seré?

 

Yo siempre quise ser veterinaria

Y lo pensaba en la cama

Un día me puse a pensar

Y sin querer, me puse a cantar

Yo no lo podía creer

Pero sí, cantaba bien

Se me ocurrió otra carrera

Y se lo conté a mi abuela

Ella me ayudó

Y me contó

Que tenía buena voz

Eso ya lo sabía

Pero si, no dije ninguna grosería

Me volví grande, no sé qué elegir

Estoy pensando en jardinera

Pero también me gusta en cocinera

Y en costurera

Mis amigas me ayudaron

Me aconsejaron

Tenía que elegir

Lo que dije cuando estaba en jardín

Ser cantante y actriz!

No había pensado en ser actriz

Como mi vecina Beatriz

En ser cantante ni lo había registrado!

Yo había cantado

Pero no me había acordado

Mi otra vecina

Cocina

Pero no, me gusto ser cantante y actriz

Como Beatriz

Y esto es todo

Señor Manolo

Ya le conté porque elegí mi trabajo

Porque todos me ayudaron, hasta lograr lo deseado

 

POR DELFINA FERNÁNDEZ PARMO (10 años)

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Aventura en el tacho de basura

La ilustración la tomé prestada de mi libro GUERREROS INVISIBLES, genialmente ilustrado por Hernán Castelli

Este poema nació de una divertida actividad que encontré sugerida en un libro de Lilia Lardone y María Teresa Andruetto. Las quijotinas recibieron una bolsita con un montón de palabras sueltas. Claro, todas juntas y en orden, formaban un poema lindísimo de Ana María Shua; pero así por separado asustaban un poco. Hubo quejas, suspiros, muchos ayes y más risas. Al final, las dejé incluir un par de palabras inventadas porque en esto de imaginar hay que ampliar horizontes y no recortar tanto.  Y el resultado está  a la vista. Acá tienen una nueva versión del poema, si lo viera la Shua ¡seguro quedaría encantada!

Aventura en el Tacho de Basura

 

Yo levante la espada

Es una cuchara usada

Ataco el escarbadiente

Era valiente

El escudo de verdura

Era de un tacho de basura

Sobreviví una aventura

Montado en un pedazo de basura

El bizcocho mocho me enrosco

En una cascara espantosa

Con piedad ataque

Y la víbora lo ve

Enroscada hice la barricada

¿Cómo seguir?

Me caí

Ya me levante

Perfore una papa

Y si, estaba ñata

Estoy contando escarbadientes

Con mi primo el valiente

Se llama Juan

Y es un gran galán

 POR DELFINA FERNÁNDEZ PARMO (diez años)

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Una historia superpoderosa

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Esta historia comenzó en Castelar, más precisamente en el colegio Pompeya, adonde Juan Puntas concurría desde 5to grado. Todo iba normal hasta que llegó al colegio Mailén Guaje. Fue amor a primera vista y enseguida se pusieron de novios. Pasó mucho tiempo (o sea, por lo menos dos o tres recreos) y Juan decidió contarle a su amada un gran secreto familiar (no podía tener secretos con ella): Juan venía de una familia de superhéroes y tenía un poder asombroso; en lugar de ombligo tenía un sacapuntas por lo que podía sacar punta a todo y en cualquier horario.

–¡Si eres superhéroe téndrás superenemigos! –sollozó ella.

–Eso es lo bueno: dicen las adivinas que mi primer enemigo llegará recién cuando conozca  a una superchica que tenga el poder de hablar con los animales. Y hasta ahora, no conozco a nadie así. Sigue leyendo

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Archivado bajo Delfina Fernandez Parmo, Grupales, Juana Verdú, Julia Bottazzini, Juliana Ianniccillo, Lucía Fernández, Pili González Lepanto

¡Nuevo desafío!

¿Se acuerdan de la imagen del avión con alas, esa que buscaba cuento? Bueno, a Delfi se le ocurrió uno que termina con «continuará». Entonces pensé en la literatura colaborativa ¿Saben lo que es eso? La que se escribe a varias manos: un autor piensa una parte, otro otra y así… Hace muy poquito (y esto es casi casi una primicia) cuatro escritores de esos ESCRITORES que deberían escribirse con mayúscula: Franco Vaccarini, Graciela Repún, Mario Méndez y Ángeles Durini (creo que leímos a todos en el taller, ¿no?) fueron finalistas del premio SM por un proyecto así. Según cuentan por ahí, Franco empezó con la aventura, después siguió Durini  y así continuaron los demás.

¿Qué tal si seguimos el ejemplo? Delfi escribió la primera parte ya, ¡a ver quién la sigue! 

Antes, los ángeles, aunque tenían alas no sabían volar. Un genio inventó un avión con alas de ángel para que aprendieran. Tenía un sistema muy raro asi que todos los que querían a aprender a volar tenían que ir a  clase para aprender. Si ibas a esa escuela por 3 o 4 días, enseguida aprendías.

Bueno, en casi todos los ángeles funcionó así. Menos en Gabriel. Él estuvo como 1 mes intentando y nada. En la escuela todos se burlaban de él. Parece que el problema estaba en sus alas, que no las tenía desde siempre porque no había nacido en el cielo.  Sus padres se lo contaron: 

–¿Yo, adoptado? –dijo. Y se largó a llorar. 

Pero después de llorar muchos días, se le ocurrió una idea. Necesitaba ir a Tierra Firme para concretarla, y para eso ¡tendría que aprender a volar! 

CONTINUARÁ…

Delfina Fernández Parmo, 10 años.  

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¡La imagen del zapato en la jaula encontró cuento!

 Había una vez, hace mucho tiempo (hace exactamente 2 minutos y 21 segundos) un pajarito (yo, Tati ) que estaba por tener hijitos. El problema era que no tenía nido. Mis amigos ya lo sabían porque mis dueños me dejan entrar y salir d ela jaula todo el tiempo. Entonces pensaron en un buen regalo para mi cumpleaños: salieron en busca de un zapato (es algo que usan los humanos en los pies) porque decían que era perfecto para poner huevos, tenía todas las cualidades que tenía que tener:

 ·         Era calientito.

·         Tenía olor (más o menos) rico.

·         Era lo bastante grande.

 Comenzaron la búsqueda y ¡pobres! los gatos del Sr.Sanrt (que tiene como 5) casi se comen a mis valientes amigos. Así que esperaron a fuera. Empezó a llover y ellos se empaparon con la tormenta hasta que…  ¡Plum! se escuchó la puerta: ¡el Sr.Sanrt se había ido con sus cinco gatos! Los pajaritos entraron, 2 se quedaron vigilando para que no entrara nadie. Tardaron horas en llevar el Zapato, pero pudieron porque en equipo todo se puede lograr.

Llego mi cumple, y mis amigos llegaron justo a tiempo, aunque todos desplumados. Me metieron en el Zapato (con mucho esfuerzo y cuidado) y después en  mi jaula. Yo puse mis huevos, nacieron mis polluelos y…

Todo esto lo sé porque mi cumpleaños fue ayer.

 Delfina Fernández Parmo, 10 años.

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¡Al gobierno, no! (a los demás, ¡qué importa!)

El 18 de enero de 1.998 algunas personas de Nueva York robaron antiguos objetos porque Federick Suhultz, vendedor de antigüedades, cerró la puerta de su tienda y cuando iba a subir al auto, se le cayeron las llaves.

Pero los ladrones de Nueva York no sabían que una Ley de 1.983 establecía que las antigüedades son propiedad del gobierno.

Las siguientes reliquias robadas NO estaban en venta:

 ·        Una pirámide egipcia

·        Joyas de Tutan Camón

·        La máscara de Tutan Camón

·        El sarcófago de Tutan Camón

A la mañana siguiente los policías inicieron el  Juicio por tráfico de antigüedad.

Delfina Férnández Parmo (10 años) y su compañera de banco.

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El truco

 

El peor de los muertos se llamaba Tomás Bondi. Había muerto en un accidente de colectivo.

Un día, una chica llamada Selena fue con su mamá y su papá a visitarlo al cementerio. Se encontró con unos amigos y siguieron camino juntos. A Tomás Bondi le gustaba recibir visitas pero el problema es que leía muy bien y le molestaba que alguien lo hiciera mal. Cuando esto pasaba, él salía de su tumba y les daba una lección.

Aquel día, Selena y sus amigos ya estaban en el cementerio cuando Santiago leyó: “Tomas Boni”. Entonces, él salió de su tumba (no lo veían porque era invisible) y a Santiago le cambió la ropa que llevaba ¡lo vistió como una nena!

Todos se preguntaron qué había pasado, hasta que se escuchó una voz que decía:

— Soy Tomás Bondi: cada vez que alguien lea mal en este cementerio ¡¡¡será maldito!! ¡Jajaja!

 Todos fueron corriendo a sus casas a practicar lectura. Selena leía muy bien, pero igual practicó un poco. Selena ayudó a sus amigos a practicar y después fueron a una fiesta en la que Selena cantaba. En esa fiesta Santi estaba con ropa de nena porque no se la había podido sacar. Él no lo sabía pero sólo tendría que haber dicho “Tomás Bondi” bien para que se rompiera el hechizo. 

 Así que nos quedan dos caminos: o lo maquillamos y le ponemos Sol ¡o le contamos el truco! ¿no?

Delfina Fernández Parmo, 10 años.  

 

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El castigo

 Había una vez 3 hermanas: Selena Gómez, Victoria Gómez y  Miranda Gómez.  Su padre era Ricardo Gómez y su madre era Amanda Teffy. Selena tenía 18 cumplía 19 el 22 de Julio, Victoria tenía 19 y cumplía 20 el 13 Noviembre y Miranda era la más chiquita: tenía 13 y  cumplía 14 el 29 de Abril. Miranda iba a 1° de la  Secundaria, y Selena y Victoria ya estaban en la Facultad. Eran las más lindas del colegio. Pero ninguna tenía novio. Ellas vivían en Texas. Se criaron en Grand Prairie. Sus colores favoritos eran_ el de Selena, azul; el de Victoria, verde y el de Miranda, rosa. A Selena le gustaban los perros, a Victoria los caballos y a Miranda los delfines. A Miranda le gustaban los fideos, a Selena la pizza y a Victoria el pollo. Las tres eran cantantes y actrices. Sigue leyendo

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¡No me dejes afuera!

 

Había una vez una perrita llamada Lola. Su dueña, Analía,  la amaba, la cuidaba, le daba la camita más linda y todos los días también comida y agua.

Pero el día que cumplió años, a Analía le regalaron otra perrita. La llamó Mora.  Y a Lola la dejó  fuera (¡hasta cuando nevaba!). Y le dio su camita a Mora. Y ya no quiso a Lola tanto como antes.

Pero un día salió afuera y se tropezó con Lola, que se puso muy contenta por ver otra vez a su dueña

–¡Lola, no me acordaba que te tenía! –le dijo Analía.

Y entonces le dio la cama que tenía antes y a Mora le compro otra. Y así Analia descubrió que cuando tienes algo nuevo, no tienes que dejar lo

viejo.

Delfina Fernández Parmo, 10 años.

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